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Medellín, Antioquia, Colombia
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UN DOMINGO CARGADO DE AGUA, LODO Y TRISTEZA

Medellín, 30 de abril de 2011



Para los habitantes del barrio Manrique Las Granjas, en el nororiente de Medellín, el 17 de abril de 2011 quedará en sus mentes, pues una borrasca cargada de lodo y piedras cayó sobre sus viviendas por consecuencia de la rotura de un tubo del acueducto.

“Este tubo explotó tan duro que se escuchó como una bomba” dice María Inés Arbeláez, habitante del sector y afectada. La situación pudo ocurrir “Por los años que lleva el tubo sin mantenimiento”.

Además, de no realizarse mejoras en los años de su existencia, según la comunidad, el tubo no tiene la capacidad de cumplir la función que realiza, pues en un principio era para conducir las aguas sucias del Barrio Jardín ubicado en la parte alta, pero después le adjuntaron el acueducto de las aguas lluvias y según María Inés, (que hace 47 años compró su pedazo de tierra para construir) el segundo tubo, el de las aguas lluvias “antes había hecho otras diabluras”.

Esta situación es la que pudo haber sido la causa de la tragedia, la fuerte presión de los dos canales de agua que hacen sobre el conducto.

El agua se entró a las casas, principalmente en la parte baja del barrio, en los sótanos, con una energía elevada y arrasaba con lo que encontraba: muebles, electrodomésticos, cuadros, zapatos, ropa y lo que estuviera a la mano.

Ni la Virgen María Auxiliadora que tiene un altar en la entrada al barrio se salvó de lo ocurrido, pues ella también lo sintió, pero no se fue en la volqueta que recogía lo inservible, sólo quedó sucia y pidiendo una manito para que la limpien.

Finalmente, las calles quedaron amarillas por el lodo que corrió sobre el pavimento empinado y agrietado del barrio Manrique Las Granjas.

LA TIENDA DEL BARRIO

“Estábamos tranquilos porque las ventas eran suaves”, dice Enoris Fernández, dueña de la tienda Mercados Emanuel del barrio Las Granjas hace dos años y medio.

Huérfana de padre y madre. Comenzó a defenderse sola en la vida, a ser una guerrera, gracias a “cositas prestadas” dice ella, como la estantería y la nevera, además, con el apoyo de un préstamo “¡Y eso que me da miedo de los préstamos!” Pero con esfuerzo ha logrado salir adelante.

El día domingo de la tragedia a las tres y media de la tarde, “Yo estaba doblando bolsitas de basura”, dice Enoris.

El agua entraba lenta, pero no se podía hacer nada para impedirlo, porque el negocio precisamente queda a todo el frente del boquete reventado.

Comenzó a escuchar gritos y a percibir cómo el agua se entraba, entonces, al ver esta situación, lo único que ella decía era: “Desconecten la nevera y recojan lo que más se pueda dañar”, pues para ella salvar la vida de sus vecinos, era más importante que la mercancía de su negocio.

En la tienda había un sofá, en el cual dormían por las tardes o servía de auxilio para alguien que estuviera enfermo, pero hasta él desapareció, junto con arroz sucio, huevos dañados y panelas remojadas.

Las ventas por estos días han mermado, y ella se lo atribuye a varias causas, la situación económica reducida de sus vecinos y el peor enemigo de los colombianos que también llegó al nororiente de la capital antioqueña, el invierno.

De las autoridades encargadas, esta tendera solidaria espera “una manera verdaderamente útil para que solucione este problema” que todos los días representa para los habitantes del sector un temor, ya sea en las horas de la tarde, la noche o cuando cielo se oscurece queriendo decir que nuevamente va a llover.

DESCONSUELO PARA CONSUELO

Consuelo Rojas de Mesa vive hace 16 años en el barrio Manrique Las Granjas y una tragedia como esta, es segunda vez que la toca.

En el momento de lo sucedido estaba en su humilde casa, ubicada en un sótano, debajo de los segundos pisos de las viviendas vecinas.

El muro que la protege de los aguaceros, ese que impide que el agua de las tormentas entre a su casa fue el que la salvó de que el hecho no haya sido más grave, pues hace cuatro años le sucedió algo parecido, el agua invadió metro y medio de su hogar y le dejó como enseña que debía prevenirse con un concreto más alto.

“Negro estamos en peligro” fueron las primeras palabras que le dijo a su hermano él cuál se encontraba con ella, y él, sorprendido, salió a observar lo que sucedía y respondió: “¡Uy Dios mío! Que es esto tan horrible”.

Doña Consuelo (a sus 61 años de edad) mujer, que los nervios no la invaden en situaciones como ésta, según ella, dice que “yo pensé que esa agua no se iba a entrar”.

El domingo 17 de abril de 2011, Consuelo perdió muebles, cajones, papeles importantes para ella, el televisor, los bafles del equipo de sonido y hasta la plancha que quedó llena de barro, ”Pero perdí más la vez pasada” señala ella, y ésta es nada más un desconsuelo.

“Yo no se lo deseo a nadie” dice Consuelo, y comparando, con los demás damnificados del país “Nosotros somos privilegiados porque al menos tenemos la casa en pie y por supuesto la vida”.

Lo que ella pide es solución pronta a este problema, porque es segunda vez que le sucede y ya “sí me da miedito seguir acá”.

“NO SE LO DESEA NI AL PEOR ENEMIGO”

“Tan maluco recordarlo”, dice Miriam Gómez Zuleta, después de la tragedia del domingo.

A sus 33 años de edad, madre de Dayana (7 años) y Cristian (2 años), niños que están sufriendo de dificultades respiratorias gracias a el problema que toco la puerta de su casa el 17 de abril a las 3 y 30 de la tarde.

En el momento de lo ocurrido estaban almorzando los cuatro, pues su compañero se encontraba ese día con ellos, cuando de un momento a otro sintieron que algo explotó y el almuerzo se suspendió.

Miriam salió a la puerta a ver qué ocurría, pero ya el agua estaba invadiéndolos, pues su vivienda es otra de las que queda en los sótanos del barrio. “Sálgase, sálgase” fueron las primeras palabras que dijo Miriam.

Su esposo, en ese momento lo que hizo fue sacarlos a los tres y quedarse en el interior de la vivienda en medio del agua y el lodo para ver si salvaba alguna cosa.

Mientras el agua seguía entrando y veía que la vida de su esposo se podía poner en peligro, ella, lloraraba, Dayana temblaba y Cristian, en su inocencia, quieto sin saber qué era lo que sucedía. Lo único material que se pudo salvar fue el televisor.

“Los bomberos llegaron más o menos a la hora” expresa Miriam, pero ya era tarde, pues la casa de ella no era la única afectada, era un barrio entero el que sufría un pánico más por el invierno de estos meses.

Miriam y su familia están buscando otra casa para salvarse de algún peligro parecido porque “Ese domingo fue el peor día de mi vida, nunca pensé que fuera a sentir tanto miedo” dice la habitante de la vivienda numero 88-99 del barrio Las Granjas.

Dayana, Cristian y Mariam


"LA CASA ME QUEDÓ DESOCUPADA”

Carlos Andrés Córdoba Galvis, padre de Alison Andrés Córdoba Hoyos de 11 meses y compañero sentimental de Katherine Hoyos Patiño hace dos años, fue como dice él “el que más chupo” las consecuencias del rompimiento del boquete.

La vivienda número 29-001 es la de esta familia que el día de la tragedia compartían felices hasta que el agua los interrumpió.

Esos metros cúbicos de agua que invadieron la humilde casa de la familia Córdoba Hoyos, alcanzaron el metro y medio, y así, la inundación de una ilusión que llevaba años fortaleciéndose y era poder terminarla de construir.

Para poder salir de la casa a Carlos le tocó utilizar una cuerda atada al puente, ubicado al frente de su residencia, pues el agua tenía tanta fuerza que era difícil salir; la primera en hacerlo fue Katherine, después, sacaron al bebé y por último, Carlos con la ayuda de todos los vecinos, los cuales realizaron una cadena humana para poder lograr el objetivo: Salvarlo.

Después de pasar la avalancha, Carlos evaluó sus pérdidas: el computador, la nevera, la grabadora, el televisor, los muebles y hasta la ropa del niño. Los tres duermen en un colchón que una vecina les prestó, pues el propio se fue en la volqueta que recogió lo destrozado.

Un kit de mercado y un par de ollas son las ayudas que recibió él y su familia, pero espera que le colaboren más, porque “Yo quedé sin nada, quedé en la calle”, dice el eléctrico que trabaja por días, cuando le resulta. Además, una vez se le acabé estas ayudas “quedará llevado”.

Vivienda de la familia Córdoba Hoyos


"PARA ESO ESTAMOS NOSOTROS”

Según Abdón Guevara, miembro del cuerpo de bomberos Oficial del municipio de Medellín, “El problema se produjo por el desvió de la quebrada”.

John Darío González, también miembro del cuerpo de bomberos, expone que para prevenir esta tragedia una de las posibles soluciones hubiese sido “Realizarle mantenimiento a la quebrada” y que para no volver a vivir una situación como esta “Se deben separar los dos alcantarillados: el de la quebrada y el de las aguas lluvias”.

A las familias se les ofrece “Asistencia de una comisión técnica para que evalúa las pérdidas materiales y fallas estructurales de las viviendas” según González.

Alrededor de quince bomberos son los que están trabajando en el lugar de la tragedia, los cuáles, provienen de las estaciones Barrio Caribe, Campos Valdez y 12 de octubre, con ayuda de tres máquinas de rescate y una de rápido desplazamiento.

Alexander López, oriundo de Tuluá, Valle del Cauca, es miembro del cuerpo de bachilleres de la Policía Nacional hace tres meses. Él, junto a sus compañeros ayuda con sacar de las viviendas el barro y el agua que se introdujo en las casas.

López expresa que colaborarle a esta gente “Es una alegría muy bonita, porque esta comunidad necesita ayuda y para eso estamos nosotros”.

Las medidas que se van a tomar al respecto “Están a cargo de EPM y el Simpad, nosotros ahí ya no podemos hacer más nada” manifiesta Guevara y agrega “Lo que esperamos es que San Pedro baje el dedo”.

LUNES, 25 DE ABRIL

Desde las siete de la mañana hasta las ocho de la noche, alrededor de 15 trabajadores de la Secretaria de Medio Ambiente de Medellín, se ocupan de mitigar las aguas para que no se presenten más estragos.

Gonzalo Henao, encargado de las reparaciones del acueducto, dice que la principal causa del rompimiento del alcantarillado el día 17 de abril fue “El taponamiento de la quebrada El Molino, la cual fue obstruida por colchones, madera y basuras de la parte de arriba, del barrio El Jardín”.

NUEVO RUMBO

El SIMPAD es el Sistema Municipal de Prevención y Atención de Desastres en Medellín, el cual fue creado el 02 de junio de 1994 por medio del acuerdo 014.

Entre sus acciones, esta la recuperación de la población ubicada en sectores de alto riesgo.

Camilo Zapata Wills, director de la entidad, manifestó para el Diario El Tiempo, el día 19 de abril, que las familias del barrio Manrique Las Granjas “Reciben una ayuda humanitaria consistente en mercados y kits” y “Después los acompañamos en la ubicación de una vivienda y con un subsidio de arrendamiento".

Los residentes de la CR 39 CL 85 volverán a ser felices, porque nuevamente una borrasca llegará a sus casas, pero no de lodo y agua, de lo contrario, será llena de beneficios como lo explicó Zapata Wills, pero, la preocupación seguirá latente, por el acueducto que tienen al lado, pues a cualquier momento se puede volver a pronunciar tocando la puerta de cada vivienda.