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PAGAN POR JUGAR: SUEÑO DE MUCHOS, PRIVILEGIO DE ARUBEÑOS

Medellín, 08 de julio de 2011



Selección Aruba de fútbol

Una vez más, Medellín es epicentro para que extranjeros conozcan los diferentes lugares turísticos de la urbe, y además, hagan uso de las modernas instalaciones con las que cuenta la ciudad donde nació el maestro Botero y murió el tanguero Gardel.

La misma donde hace 16 meses se realizaron los mejores Juegos Suramericanos de la historia hasta el momento. Esa que fue designada a ser una de las sedes para el próximo mundial Sub 20 de fútbol a realizarse en nuestro país.

Y, también, donde el pasado 5 de julio, llegaron 58 personas (entre deportistas y delegados) originarios de Aruba, con el objetivo de concentrarse en la ciudad de la eterna primavera.

Sí, arubeños que salieron de su país el lunes a las 5 y 50 de la tarde (hora de Aruba) con destino a Colombia, pero, antes, hicieron escala en Curazao, para así lograr llegar a su destino final a la 1 de la madrugada del día martes. El menú en el avión fue pastel relleno con carne, y lo que quisieran pedir. Algunos ordenaron jugo de naranja, otros té. Fue muy diverso lo que solicitaron, así como es su manera de comunicarse, pues, utilizan cuatro idiomas: inglés, holandés, español, y la lengua nativa de la isla, el papiamento.

Ya después de haber descansado del viaje, de haber dormido unas horas, era el momento para ir a la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, ese complejo deportivo lleno de coliseos con formas de montañas en sus techos, donde la gente corre de un lado para el otro. Lugar que se presta para el encuentro entre las familias. Y, donde el oxigeno que se respira allí tiene un olor a deporte y salud.

ASÍ SON

Los jóvenes que llegaron a Medellín, tienen entre 13 y 18 años de edad, son practicantes de diferentes modalidades deportivas como: el baloncesto y el fútbol en masculino, y el voleibol en femenino. Y ante todo, alegres como la mayoría de arubeños.

Algunos reflejan en su piel el paso que ha dejado en ellos el sol, la playa y el mar, pues son trigueños o como dicen por ahí “canelita Hollywood”.

Portan orgullosos, la sudadera y la chaqueta de colores blanco, amarillo y azul celeste que les dieron el día que llegaron, combinadas por algunos con sandalias deportivas u otros con unas más casuales. Su forma de vestir lo reafirma: son isleños. Y las letras que tienen atrás en la chaqueta los identifica: Aruba.

Estos muchachos, que les pagan 60 dólares por representar a su isla, son hijos de padres y madres de diferentes nacionalidades. Tal es el caso de dos futbolistas, por un lado Juan Pablo Granado, vive en Aruba hace dos años, y sus padres son colombianos. Igualmente, Yefferson Vegas, de padre venezolano y madre ibaguereña (Colombia).

MEDELLÍN VISTA POR DOS ISLEÑOS

Cuando a Yefferson Vegas le contaron que venía para Medellín, lo primero que hizo fue investigar en internet cómo era la ciudad, y, los resultados que le arrojó su búsqueda fueron unas fotografías del centro de la ciudad, que para él significaban modernidad y le daban la curiosidad de venir a comprobar, además, el reconocimiento que tiene por la moda, “le dije a mi mamá que me diera plata para gastar en ropa”.

Las mujeres paisas, para Vegas, son muy lindas, “Tienen una carita muy tiernita, cuerpos bien formaditos, en Aruba así se consiguen muy pocas”. El clima le parece muy agradable para jugar.

Por otro lado, Irald Phelipa, entrenador del equipo de voleibol, antes de llegar a la capital paisa no se imaginaba como era el Coliseo Yesid Santos, donde han jugado, dice, a través de su español algo “enredado” o tímido, que ha estado en coliseos en Santo Domingo, República Dominicana, y no es nada comparado con el escenario de los medellinenses.

Irald, manifiesta, que le gusta la forma de jugar de las niñas de Medellín, “Hacen muy bien la bola corta, lo básico lo tiene muy bonito, y el servicio perfecto”.

Una vez llegue a Aruba, el estratega, contará que “En Medellín, el deporte es gratis”, pues en su país todo tiene precio.

DESPUÉS, DE VUELTA A CASA

Después de competir una semana. De que Yefferson haga dos cosas: compruebe que Medellín sí es la de las fotos que encontró en su minuciosa búsqueda, y salga de los almacenes con las bolsas llenas de ropa. Una vez cumplido el anhelo de Juan Pablo Granado, de probar la famosa bandeja paisa. Ellos dos, y sus 56 compañeros, partirán de nuevo en un viaje que esta vez tendrá como destino final la isla de Aruba. Y, llegaran con varias experiencias, como fue el caso de Ian Vinch, quien confundió el queso con la mantequilla.

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