Capturar los lanzamientos, jugadas y sonrisas de los pequeños que participan en la octava versión del Ponybaloncesto, es lo que Luz Miriam Hernández realiza hace siete años.Desde 1982 no ha parado de oprimir el obturador de las cámaras fotográficas que han pasado por sus manos, esas que le dan el sustento diario y a las que tanto adora.
Miriam asiste a este Festival desde el 2004. Ella, cada año, llega al Iván de Bedout en compañía de su equipo de trabajo. En una jornada de competencias toma 300 fotos aproximadamente, elige las 100 mejores y las vende a los pequeños deportistas, los protagonistas de sus retratos.
Esta mujer de 50 años, observa las emociones, triunfos y derrotas de esos niños y niñas que le recuerdan las épocas en que ella también jugó baloncesto. “Yo estuve en la selección Antioquia varios años. Quedamos campeonas infantil, juvenil y alrededor de seis veces con mayores”.
El Ponybaloncesto, “aparte de ser una entrada económica para mí, es una fiesta que disfruto”, dice la fotógrafa que dejó un día de jugar el deporte de las sestas “por los años y el embarazo”, pero que hoy lo goza a través de el lente de su cámara.
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